Disonancia Cognitiva

Disonancia Cognitiva y Educación por Alvaro Iriarte

Dentro de las herramientas avanzadas de pedagogía el sistema de atención e incentivos de los alumnos es un tema fundamental para el proceso de educación en todos los niveles.

Los estudiantes tienen distintos grados de compromiso y fascinación con los temas que deben estudiar para lograr los conocimientos o títulos deseados.

Muchas veces vemos alumnos que no estudian para lograr un nivel completo de comprensión o sea sacarse un diez, sino que comprometen sus recursos al límite mínimo para obtener la certificación o título del tema ya sea una carrera o un curso.

No se comprende como una persona que intenta adelgazar come cosas que engordan o una persona que conoce la alimentación saludable toma gaseosas o come alimentos de composición peligrosa.

Lo mismo llama la atención cuando un alumno estudia solo para aprobar sin preocuparse por aprender bien los temas.

En muchas oportunidades de mis horas de docencia les contaba una situación donde comparábamos un niño que todos los días se lavaba los dientes usando tiempo actual para dar más posibilidades que cuando sea grande no tenga problemas dentales contrapuesto con una situación donde un niño no se lava los dientes por vagancia disfrutando momentos actuales, pero poniendo en peligro su salud dental del futuro. Ambos eligen donde disfrutar y en donde sufrir ya sea perdiendo tiempo actual para lavarse o con problemas dentales en un futuro. Con los estudios podríamos extrapolar la misma situación.

Disonancia cognitiva

En psicología, el término disonancia cognitiva hace referencia a la tensión o desarmonía interna del sistema de ideas, creencias y emociones que percibe una persona que tiene al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto, o por un comportamiento que entra en conflicto con sus creencias.

Se puede definir la disonancia cognitiva como la incomodidad que se produce cuando tenemos dos ideas que se contradicen o cuando lo que pensamos, nuestras creencias, se contradice con nuestros actos.

Es decir, el término se refiere a la percepción de incompatibilidad de dos cogniciones simultáneas, todo lo cual puede impactar sobre sus actitudes. 

El concepto fue formulado por primera vez en 1957 por el psicólogo estadounidense Leon Festinger, en su obra A Theory of Cognitive Dissonance. La teoría de Festinger plantea que, al producirse esa incongruencia o disonancia de manera muy apreciable, la persona se ve automáticamente motivada para esforzarse en generar ideas y creencias nuevas para reducir la tensión hasta conseguir que el conjunto de sus ideas y actitudes encajen entre sí, constituyendo una cierta coherencia interna.

En su libro “Teoría de la disonancia cognitiva”, en su teoría explica que las personas tenemos una fuerte necesidad de asegurar que nuestras creencias internas, actitudes y conductas son coherentes entre sí. Cuando el ser humano percibe una incoherencia entre sus creencias y su comportamiento se esfuerza en evitar este conflicto para que no le arrastre a la falta de armonía interior.

La manera en que se produce la reducción de la disonancia puede tomar distintos caminos o formas. Una muy notable es un cambio de actitud o de ideas ante la realidad.

Psicologos

Como seres humanos, necesitamos que exista una fuerte coherencia entre nuestras creencias, actitudes y actos. Cuando hay una falta de armonía entre alguno de estos, en psicología nos referíamos a la disonancia cognitiva. Este concepto se refiere a la respuesta psicológica que tiene consecuencias negativas en nuestro bienestar mental y es mucho más común de lo que creemos.

Reducción

La respuesta ante una disonancia cognitiva es la de reducción. En otras palabas, el individuo buscará acabar, o al menos reducir, la contradicción mental que le ha llevado a la disonancia. Esto se basa en crear o considerar nuevas ideas que nos lleven a instaurar cierta coherencia entre nuestros actos o sistema de creencias. Por ejemplo, es común que busquemos excusas, ventajas o detalles en la situación o idea que nos ha llevado a la disonancia.

De manera general, existen cuatro formas o estrategias psicológicas ante la disonancia. Usemos el ejemplo de alguien que está a dieta:

Ignorar o negar la contradicción: “Puedo comer esta galleta porque no es mala para mi salud. Lo he leído en una revista”.

Cambiar el comportamiento o creencia que causa la disonancia: “No comeré más esta galleta”.

Justificar el comportamiento aportando condiciones o alternativas: “Me saltaré la dieta, pero solo los fines de semana.”

Justificar el comportamiento añadiendo nuevos comportamientos o creencias: “Me saltaré la dieta, pero haré media hora más de ejercicio al día.”

Autoengaño

Si bien la disonancia cognitiva es una respuesta psicológica natural, que Leon Festinger considera incluso innata, el problema viene cuando surge el autoengaño.

Lo que conocemos como autoengaño funcional es una forma adaptativa que nos permite convencernos a nosotros mismos y evitar el malestar que nos causa el fracaso ante una situación. Un ejemplo de autoengaño, ante una dieta fallida, sería decirnos a largo plazo “ya no quiero mejorar mi salud porque estoy bien así”. A largo plazo no es beneficioso, puesto que causa justo el efecto contrario y, además, no nos permite desafiarnos a nosotros mismos.

El autoengaño consolatorio es a través del cual culpamos a un agente externo. Un ejemplo sería: “no he mejorado mi dieta porque mi pareja no deja de comprar comida basura”. De esta manera, protegemos nuestro ego y nuestra autoestima ante situaciones adversas. Sin embargo, es importante aprender a asumir nuestras responsabilidades.

Otra forma de autoengaño es la de mentir a los demás y, aunque siempre se es consciente al principio, podemos acabar creyendo nuestra propia mentira.

Lo mejor ante una situación en la que no nos sentimos cómodos con nuestros pensamientos o comportamientos, es afrontarlo y tomar medidas ante lo que nos pasa. En otras palabras, debemos adoptar la segunda estrategia de reducción: cambiar el comportamiento o creencia que causa la disonancia. Si seguimos con el ejemplo, lo que debemos hacer es dejar de ponernos excusas y comenzar a seguir la dieta que nos habíamos impuesto.

Ejemplos

Algunos ejemplos para entender la disonancia cognitiva

Ninguna persona puede negar, a día de hoy, que el tabaco es perjudicial para la salud. A este pensamiento que nos llevaría a no fumar, le contradice una adicción (en este caso, un comportamiento) que nos incita a hacerlo.

¿Como respondemos hacia esta disonancia? Con excusas que “equilibren” nuestro pensamiento, creando situaciones en los que fumar es más beneficioso que no hacerlo o negando las desventajas del tabaco. Por ejemplo: fumaré pero solo en época de exámenes para aliviar mi ansiedad; de algo hay que morirse y hay muchas cosas que causan cáncer; etc.

Definición

El significado de la disonancia cognitiva se refiere a la tensión, malestar o incomodidad que percibimos cuando mantenemos dos ideas contradictorias o incompatibles, o cuando nuestras creencias no están en armonía con nuestra conducta, con lo que hacemos.

Esta tensión interna o disonancia nos hace ser conscientes de la necesidad de resolver dicho conflicto para vivir con mayor integridad, así pues, intentaremos reducir la disonancia que experimentamos. Para ello, la persona tiene varias alternativas:

Una Visión positiva

En este último punto vamos a darle una visión positiva a la disonancia cognitiva y es que no todo en ella ha de ser negativo, es un mecanismo de afrontamiento frecuentemente utilizado y que se pone en marcha para pasar malos tragos, para vivirlos de una manera más útil y menos dolorosa, como podría ser ante una ruptura sentimental por ejemplo.

De hecho, en la actualidad se utiliza la disonancia cognitiva en terapia con éxito, para ayudar a las personas a cambiar sus actitudes y conductas no saludables.

La disonancia cognitiva ha podido evolucionar e instalarse en nuestra forma de pensar para ayudarnos a cambiar los pensamientos automáticos e instintivos por otros más razonados y lógicos, escogiendo entre diferentes opciones y así estimulando nuestro desarrollo cognitivo.

Otro elemento positivo de la disonancia es que protege nuestra visión individual del mundo, nuestro sentido de identidad o nuestra motivación para conseguir nuestros objetivos vitales.

En este sentido la disonancia cognitiva tiene un valor adaptativo que nos compromete con la acción si sabemos gestionarla bien, si aprendemos a cambiar los pensamientos negativos por otros que aumenten nuestra motivación para superar nuestro malestar. Y también si aprendemos a detectar nuestros autoengaños para flexibilizar nuestra mente.

Así pues, la disonancia cognitiva puede ser, a pesar de todo, una oportunidad de crecimiento personal. Resolver esa incomodidad, esas contradicciones serán un medio a la hora de invertir en salud mental.

Eso sí, ¡cuidado! porque no debe ser nuestra principal estrategia en la toma de decisiones. Como ocurre con la mayoría de las cosas en la vida, los extremos nunca son buenos, así que su abuso puede ser nocivo y por ello es importante identificar cuándo estamos utilizando esta estrategia de disonancia cognitiva y evitar que se convierta en un hábito que nos lleve continuamente al autoengaño, a la mentira o la crítica negativa constante.

Pensar de una manera y actuar de otra es en resumen la base de la disonancia cognitiva

Según los expertos en psicología la disonancia se refiere ante la incomodidad o tensión que se produce cuando una persona tiene al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto, o cuando un comportamiento entra en conflicto con sus creencias.

Para evitar esta «incomodidad» la persona puede intentar cambiar la conducta o a practicar actitudes como la mentira o el autoengaño.

Alvaro Iriarte

alvaro.iriarte.uba@gmail.com

@alvaro.iriarte.uba